Mi misión desde el viaje a la Antártida es incorporarla como tema de mi trabajo artístico, allí recopilé imágenes y sensaciones de este territorio tan extremo en todo, al entrar en contacto con su naturaleza, con los científicos y el apoyo logístico militar, transmitiendo soberanía al plasmar la visión poética sobre “Antártida”.
Como fruto de la experiencia vivida, describiendo el aislamiento del continente y de la gente que allí vive me dedico a pintar el blanco sobre blanco, hielo y piedra; la luz de sus largos días de verano y sus largas noches de invierno, una atmósfera envolvente, viento y frío, sensaciones que calan y se graban profundamente.
El encuentro con este continente lejano, misterioso e inaccesible, fue para mí un viaje iniciático, yo no sabía que existía lo que quería pintar, la pureza, lo limpio de la atmosfera, lo simple con la inmensidad y la potencia de la energía de la Antártida, pinto la esencia de las cosas y el alma del hombre puesto en ese territorio tan extremo en todo.
El proyecto para el cual me convocaron, es el de difundir a otros públicos la Antártida a través de mi arte, desde entonces la experiencia se asoma a mi conciencia, me interpela e inquieta, las noticias que nos hablan del cambio climático global que tuve la experiencia de sentirlo en mi cuerpo, ver el llanto constante de los glaciares y el deshielo, encontrar en la costa durante las mañanas enormes bloques de hielo que me hacían recordar las bellas esculturas de Henry Moore, desprendidos del retroceso de los glaciares que antes llegaban hasta el mar y ahora se encuentran a varios kilómetros dentro del continente. Desde el año 2005 a la fecha comprometí mi labor de artista, para ser una herramienta de concientización y divulgación de esta terrible amenaza que pesa sobre el mundo.